La Dulce Decadencia: Secuela Felliniana


La Gran Belleza (2013) de Paolo Sorrentino se sumerge una vez más en una curiosa figura de Don Juan Italiano encarnada por su actor predilecto Toni Servillo que hace de Jep Gambardella. Al igual que hizo en Il divo(2008) una especie de biopic sobre el dirigente corrupto del partido demócrata cristiano Giulio Andreotti o en Un Lugar para Quedarse (2011) con esa estrella del rock venida a menos interpretada por Sean Penn; Sorrentino continúa la exploración de personajes atípicos y esperpénticos en esta última entrega.

La película es un evidente tributo a La Dolce Vita de Fellini tanto en la forma como en el fondo. La búsqueda de la gran belleza de Jep Gambardella, en su incesante y errático paseo por Roma, no cesa de tropezar con la vulgaridad humana de cada fiesta y cada local nocturno en el que se encuentra constantemente con lo que él mismo califica como “fauna”. La sucesión de personajes decadentes que se cuentan entre sus amistades y conocidos, representan unos clichés por desgracia bastante verosímiles de la alta sociedad italiana en la actualidad:
  • ·         Tenemos a las mujeres bellas y alocadas de moral dudosa por un lado.
  • ·        A la ex comunista y activista política que trabaja en un canal de televisión pagado por un partido de derechas y que se cree superior moralmente a sus amigos por trabajar duro toda su vida y formar una familia decente.
  • ·         Al propio Jep que es el eterno picaflor que los observa a todos con aire condescendiente pretendiendo no ser como ellos pero indudablemente formando parte de su mundo.
  • ·        Los altos cargos eclesiásticos envueltos en La Dolce Vita de la jet set.


Y un largo etcétera que pone en relieve el machismo, la corrupción y la frivolidad de la clase dirigente y pudiente de la Italia del presente. Quizás una decadencia algo modernizada y transformada, pero decadencia igualmente que recuerda a la plasmada por Fellini 40 años atrás.
Podría considerarse casi una secuela ya que ambas película son protagonizadas por un escritor/ periodista cuya vida transcurre en la Roma de la fiesta y la extravagancia del entretenimiento de los ricos y famosos. Al igual que con Marcello en La Dolce Vita, en La Gran Belleza seguimos a Jep en su camino errático observando el caos del efímero mundo que le rodea sin sentirse satisfecho y con esos flashbacks recurrentes que le hacen replantearse el curso de su vida.

Las incesantes escenas de fiestas con performances y atuendos extravagantes son otro común denominador. Incluso esa pareja de amigos que tiene dos hijos que participan de ese mundo de farándula pero que no tienen un final trágico como en la película de Fellini. La tragedia de la muerte de un hijo es esta vez para el protagonista, no para un amigo.

Ese hecho trágico representa también para Jep la pérdida de los sueños para el futuro. La descendencia siempre es sinónimo de vida y continuidad de la propia vida en la tierra tras la muerte. Jep se pregunta qué quedará de él tras la suya: ¿un sinfín de obras inacabadas entre otras malogradas?



Marcello es mujeriego al igual que Jep pero si bien se siente inseguro sobre el rumbo que está tomando su vida, el hecho de ser joven le da una sensación de margen temporal superior a la de Gep, que ya en sus sesenta y tantos ha vivido tres cuartas partes de su vida. Y al igual que esas ruinas romanas, símbolo del esplendor de antaño, flota en el aire la cuestión de si es posible vivir eternamente de una gloria pasada.

La juventud se marchita y la vida en sí es pasajera. En la vejez, el tiempo  convierte en patético y triste lo que fue divertido en los tiempos mozos.
Cuando se está en la flor de la vida, la muerte se ve lejana y la felicidad no se cuestiona, pero cuando la vida llega a su término es el momento de hacer balance y ver si el haber de experiencias vitales es positivo o negativo.

En Gambardella vemos a un Casanova agotado y decepcionado con la vida que no es capaz de huir de esa inmensa ciudad y de su gente porque después de tantos años de vagabundeo y de flirteos con la vida sin tomársela en serio, Roma es lo único que le queda y su único hogar después de todo.




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