Lynchame mucho

Mr Lynch en pleno acto. 

Lynch ha vuelto a sorprenderme, y esta vez, para mi fascinación y sorpresa, lo ha hecho a lo grande, apelando directamente a los sentimientos. No más "silencio", ni metáforas, ni abstracciones impersonales acerca del bien, el mal, el miedo o el amor, no. Esta vez ha ido directo al grano.


La ponencia, el miércoles pasado, tuvo lugar en la Universidad Carlos III, y fue la única gratuita de todas las que ofreció en Madrid, dentro de la serie de eventos organizados por el Rizoma Film Festival. Más que ponencia, la de Lynch fue una ronda de preguntas, a las que el director, video-artista, y desde hace poco, también compositor, respondió de forma sincera y entrañable, en una comparecencia de apenas una hora de duración.

El encuentro tuvo como título Meditation. Creativity. Peace, lo que ya dejaba entrever  una gran profundidad psicológica. Parecía, al menos de primeras, que este argumento principal dejaría en un segundo plano todo el trasfondo de su obra audiovisual, y sin embargo, no fue así. Si bien la temática giró en torno a la consciencia, la felicidad y la autodeterminación, explicadas por el director de forma amena y ejemplificada, en todo momento tuvo la capacidad de integrar estos argumentos a los de su materia fílmica, contestando así a los estudiantes, cuyas preguntas fueron realmente el modus operandi del encuentro, y que se mostraron ávidos por descubrir la mirada más personal y cercana del artista.

La meditación trascendental fue el leit motiv del encuentro; los comentarios del propio artista se focalizaron en la explicación de esta nueva forma de meditación, por la que se empezó a sentir fascinado desde hace unos años, y que, en sus propias palabras, le ha cambiado la vida. Esta nueva forma de meditación y autoexploración  se enfoca a la búsqueda de la felicidad y el bienestar interno plenos a través de nuestra propia autoconsciencia. El proceso es sencillo, explicó Lynch, solo es necesario encontrar quince minutos en los que puedas ser capaz de cerrar los ojos, relajarte y pensar en  aquellas cosas en que no podrías pararte a pensar durante el ajetreo del resto del día, aprendiendo sobre ti mismo, sobre tus limitaciones, objetivos, ideas, consciencia y sobre tu propia intuición.

Entre pregunta y pregunta, el cineasta afirmó con convicción que, por lo que respecta a sus procesos creativos, la audiencia nunca le importa. De cualquier modo, habría que pensar si este modo de pensar es igual de contundente cuando lo pone en práctica, o si su peculiar forma de tratar la imagen y la psicología de los personajes  es tan trascendental para él como para supeditarlo al interés mediático.

Lynch, el artista surrealista contemporáneo por excelencia, uno de los más polifacéticos, extravagantes  y de mayor  proyección internacional de la actualidad,  habló también de que, siguiendo su propia lógica, el reflejo del sufrimiento, del tormento, del pesar, de la angustia, del miedo o de cualquier otro sentimiento negativo, no tendría que ser concebido para la creación de sus personajes como una cuestión personal por los actores que los representan, pues, “ no tiene que ser que de ese modo”. Así, nos recordó a todos los asistentes al encuentro que el cine es ficción, y que la integridad psíquica es absolutamente necesaria para abordar la construcción de entes ficticios, pero, al contrario de lo que diría Strasberg, del Actor´s Studio, el actor no tiene que meterse tan profundamente en la piel del ente de cine.

Su discurso fue motivador y muy trascendental, pero a la vez, conmovedor, pues supo transmitir su optimismo en todo momento, como cuando expresó su conformismo al declarar que debíamos disfrutar del mundo / enjoy the world. Y mientras lo hacía, su mirada lo transmitía todo, se le notaba feliz, con ganas de crear mucho, todavía, pero contento con su trayectoria y su recorrido vital y artístico personal. Y movía las manos, cómo las movía! Todo el tiempo estiraba los dedos, los juntaba, ponía en contacto sus pulgares, extendía el resto de las manos, y las cerraba después. Cuando después comenté con mis compañeros la charla, coincidimos en que había sido estupendo verle canalizar toda su energía en esos fluidos movimientos de las manos. Nunca había visto a nadie hacer algo parecido en plena ponencia.

Me resultó muy impresionante su tranquilidad al expresarse, su calma; antes de verle en directo me lo imaginaba como alguien tan impetuoso, con tanta fascinación y conocimientos por transmitir, que a duras penas se le podría entender, pues, muy en su línea, no quiso que hubiese traductor Así, su discurso fue al natural, sin intermediarios, buscando una conexión directa con el público, que al menos por mí parte, consiguió por completo.

Para concluir, me gustaría dejar por escrito una cosita más que me llegó al alma, que, además, me parece que sintetiza muy bien toda su actitud durante el encuentro. Es una afirmación que hizo referida al desarrollo de las ideas, y con la que buscaba transmitir la autodeterminación en uno mismo, que tienes que creértelo, y creerte, tú antes y más que nadie, pues solo así podrás sacarles el máximo provecho a tu capacidad.

“Soy un pintor de películas. Hay muchas ideas, de todos los ámbitos, para todos y cada uno, viniendo todo el tiempo. Si tienes una idea, si realmente te fascina, adelante. (…). Confía en tu creatividad. Confía en tí mismo. Hay mucho ahí fuera /
I’m a movie painter. There´s so many ideas, for all the ambits, for everyone, coming all the time. If you have an idea, if you love that, go on. (…) Trust your creativity. Trust yourself. So much is there.”


Un desconcertante regalo gráfico de Lynch, con el que explicó como podemos llegar a nuestro propio subconsciente a traves de la meditación y la reflexión.




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