Cine Low Cost: hacer una buena peli no siempre sale caro
Últimamente estamos acostumbrados a ver superproducción tras
superproducción, pero el cine estadounidense no siempre estuvo plagado de
películas de presupuesto multimillonario; algunos directores han tenido que
sacar adelante su cinta con lo que otros consideran pura calderilla, y han
podido decir con orgullo que su película es igual de buena o mejor que alguna de
las que llenan las listas de “los films más caros de la historia”.
Las películas que figuran en esta lista han tenido más y
menos éxito, han costado más y menos dinero, pero todas tienen algo en común:
recaudaron mucho más de lo que gastaron, se hicieron un hueco entre los
clásicos de Hollywood, y demostraron que no hay excusa para no hacer cine.
Clerks
Kevin Smith hizo lo que nadie
haría en este país: pasar de las subvenciones y vender sus posesiones más
preciadas (su colección de comics, para ser exactos) hasta alcanzar el imitado
presupuesto de 20.000 dólares. Lo que le faltaba para alcanzar los 27.575 lo
consiguió gastando sus ahorros para la universidad y cobrando el seguro de un coche que él y
Jason Mewes (Jay en la película) perdieron en una inundación.
Con tan poco dinero, Smith tuvo que apurar el rodaje al
máximo y filmar por las noches en la misma tienda en la que trabajaba por las
mañanas. El esfuerzo valió la pena y "Clerks" recaudó unos tres millones de
dólares en los Estados Unidos, a pesar de haber sido exhibida en apenas 50
salas de cine. Kevin Smith demostró que filmar una película de culto con premio de
Cannes incluido sólo cuesta fe, mucho sueño y un puñado de comics.
El proyecto de la Bruja de Blair
Películas mucho más caras (y peores) se han hecho basándose
en el found footage de "El proyecto de
la bruja de Blair", pero a ninguna le ha salido tan bien como a esta película
dirigida por dos estudiantes de cine con más ganas que dinero. Invirtieron poco
más de 22.000 dólares, tardaron ocho días en rodarla y utilizaron tanto a actores
como a gente del pueblo donde se situó la localización principal. Aunque los
chicos eran estudiantes de cine, no comprendieron la importancia de seleccionar
escenas y tardaron ocho meses en editar los 90 minutos que dura la cinta, ya
que contaban con más de 19 horas de vídeo e improvisaciones.
El éxito llegó gracias al boca-oreja, una campaña
publicitaria más costosa que la propia película y el hecho de que se vendió
como un producto de no ficción. Daniel Myrick y Eduardo Sánchez vieron cómo su película llegaba a Sundance y
se alzaba con el puesto de film más rentable de la historia, con una recaudación
de 191 millones de euros.
Paranormal Activity
Este es uno de los ejemplos que, basándose en el género
found footage antes mencionado, consiguió una recaudación millonaria (193
millones). Oren Peli, que reconoce haberse inspirado en "El Proyecto de la Bruja
de Blair" para su película, se gastó incluso menos que Myrick y Sánchez: 15.000
dólares. Mil se fueron en la paga de los dos actores, no se gastó un solo dólar
en un equipo de rodaje porque de operador de cámara ya hacía un trípode y de
muchos efectos especiales se encargó él. No sabemos en qué se gastó el resto,
pero no fue en publicidad: Oren confió en el poder de las redes sociales para
desarrollar la totalidad de su campaña.
El chico tuvo suerte, mucha suerte, y Paramount y el propio
Spielberg decidieron involucrarse en el proyecto después de que la película
llamara la atención en festivales de cine independiente. Por supuesto,
añadieron su toque personal, y tomaron la decisión de cambiar el final original
que había escrito el director.
El Mariachi
Después de rodar Bedhead, Robert Rodriguez se dio cuenta de que podía ser el siguiente maestro de la serie B. Así, con 23 años y ni un céntimo en la cartera, decidió hacer de todo para conseguir su presupuesto de 9.000 dólares, desde servir como cobaya humana para una empresa farmacéutica hasta convencer a su amigo Carlos Gallardo (el Mariachi) de que vendiera tierras. Probablemente así consiguió el hombre el papel protagonista, porque no tenía experiencia como actor, ni como cantante, ni como guitarrista.
Armado con una cámara Arri tan vieja que apenas registraba sonido, y película Kodak de 16 mm, Rodríguez se dispuso a rodar las mínimas tomas posibles.
El sonido lo capturó con un micrófono y una cinta cassette, los travellings los hizo sentado en una silla de ruedas, y para el sonido de disparo utilizó petardos. El resultado no podría haber sido mejor: más de dos millones de recaudación y una llave de las puertas de Hollywood.
Por Amartrey
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