Breaking Bad: ¡Hasta siempre, Mr. White! (alerta: SPOILERS)



No hace ni medio mes desde que terminó Breaking Bad y con su marcha muchos de sus huérfanos fans nos quedamos buscando una nueva serie que llene el hueco que deja. Una ya no puede evitar echar en falta momentos épicos de humor negro o las frases lapidarias tipo “I am the one who knocks” de nuestro narcotraficante favorito. Aunque Breaking Bad de por sí se encuadra en el género del drama, los últimos fatídicos capítulos reclamaban un final inevitable que aliviara toda la tensión que nos ha tenido en vilo a sus fieles seguidores.

No puedo decir que el final de esta historia me pillara por sorpresa. Más o menos se veía venir y creo que es el único final verosímil posible y que después de todo es un final “feliz” de alguna forma. La sentencia de muerte de Walter White (Brian Cranston) era más que palpable y no ha quedado apenas subtrama alguna sin cerrar con el resto de personajes. Es lo que se dice un final redondo para una serie redonda, sin cabos sueltos, bien atado. Me hubiera gustado, no obstante, saber qué pasa después con Jesse y su huida como alma que lleva el diablo tras ser salvado por última vez por su mentor. El pobre Pinkman (Aaron Paul) es uno de los personajes más castigados de la serie y seguro que mas de uno se quedó con las ganas de ver una compensación por todos los traumas sufridos a lo largo de estas cinco temporadas. Supongo que era demasiado pedir (y demasiado improbable) que hubiera una reconciliación con White, por quien sentimos tanto escepticismo como admiración.

Lo mismo pasa con su esposa Skyler (Anna Gunn) y su Jr. (RJ Mittle): salvar esas relaciones después de lo de Hank (Dean norris) era imposible y por otra parte tampoco sería muy creíble con todo el pasado de Walter. Pero el gesto final para intentar ayudar a Skyler a librarse de la cárcel deja entrever que al menos una ínfima parte de la esencia del Walter White ‘bueno’ todavía sobrevivía en su corazón tras la vorágine de situaciones demenciales que todos vivieron.


Recuerdo bastante bien cómo se fueron transformando mis sentimientos hacia White a medida que su personaje evolucionaba. Al principio sentía una especie de pena compasiva por un ser entre débil y bueno en extremo. Fue emocionante ver cómo volvía a la vida en sus inicios como cocinero de ‘blue meth’. Sin embargo, cada nuevo problema acarreaba una solución más extrema que la anterior y ese respeto y admiración se fue tornando en una mezcla de aversión que finalmente se convirtió en lástima con el desenlace.

Pero en el último capítulo ya apenas quedaba rastro del impasible Heisenberg; sólo un Walter reducido al común de los mortales: un hombre desaliñado, con barba de cien días y cara demacrada, enfermo de cáncer y totalmente solo, que nos hace olvidar todas sus malas acciones pasadas y hace que nos apiademos de él cuando el final se siente tan cerca.

Breaking Bad ha sido única en su género y ha marcado un hito en la historia de las series de televisión. Pero incluso una historia tan redonda tiene que tener un final y a pesar de todo me alegro de que hayan sabido terminarla con dignidad y sin estropearla o tras haber llegado a cansar a la audiencia.

Sólo queda decir ‘Hasta siempre, Mr. White’ y en cualquier caso… Siempre nos quedará el spin-off  del loco abogado de Breaking Bad ‘Better Call Saul’ o el estreno el próximo otoño de su nuevo drama policíaco para CBS: ‘Battle Creek’.





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