2046: El Tiempo del Amor

2046 - Wong Kar-Wai



Si hay algo que caracteriza al cine de Wong Kar–Wai es su conciencia del tiempo trasladada a la pantalla tanto a nivel técnico como argumental.

En Chung King Express cuenta las horas exactas en las que el amor nace y muere entre los personajes. Y los intertítulos de contextualización temporal y espacial son un común denominador a todas sus películas.

2046 es en sí una expresión temporal a pesar de encerrar varios significados:

  • o   La habitación que compartían el Sr. Chow y la Sra. Chan en In the Mood For Love      mientras escribían los relatos de artes marciales.
  • o   El lugar del crimen de amor pasional que acaba con la vida de Lulú (Carina Lau)
  • o   El título del libro de ciencia ficción que escribe Chow así como el año del futuro al que viajan aquellos que quieren revivir recuerdos perdidos.
  • o   El año en que finaliza la promesa de 5 años sin cambios de China a Hong Kong tras ser devuelta por el Reino unido en 1997.

Excepto que 2046 no es un año, ni un espacio físico, sino que es un estado mental y psicológico universal que se corresponde con la etapa de melancolía que llega tras la pérdida del ser amado.

Esa ficción futurista a la que lleva ese tren salido de la imaginación de Chow no es sino el refugio de su nostalgia; ese impasse en el que el tiempo torna su significado en tortura por la ausencia del amor que se ha ido y el miedo al que está por llegar. En esta historia WKW vuelve a contagiarnos de esa conciencia del paso del tiempo que acompaña a todo momento de dolor. Todo es pausado y eterno en su cine por ese deseo de estirar el momento del placer y la imposibilidad de poder pulsar el botón de fast forward  en los interminables momentos de dolor. Por esa razón unos tardan más que otros en volver de ese viaje. La mayoría no regresan jamás de ese pozo sin retorno que es el desamor.


El tren que lleva a los pasajeros al 2046, el lugar en el que nada cambia nunca es una analogía de ese período de luto, por así decirlo, en el que el tiempo de nuestras vidas parece detenerse en un recuerdo que no nos permite avanzar. El hecho de que Chow se obsesione con el número 2046, que está relacionado con su antiguo amor, es un reflejo de ese empeño por encontrar señales inexistentes o excusas que justifiquen y mantengan la esperanza de volver a él.

2046  trata de la respuesta emocional de Chow Mo-Wan (Tony Leung Chiu-Wai) al estímulo planteado en su predecesora In the Mood For Love donde pierde el amor de Su Lizhen (Maggie Cheung Man-yuk) La transformación del protagonista es notable con respecto a la anterior película ya que su relación con el sexo femenino se caracteriza esta vez por el despecho. Las mujeres de su vida anterior le han hecho daño de una forma u otra por lo que ahora no está dispuesto a “venderse al por mayor, tan sólo al por menor”.

No se deja llevar por la autocompasión como Qiwu en Chungking Express o por la resignación  como en Deseando Amar. Chow experimenta el utilitarismo insensible del amor en el que tendemos a caer tras una mala experiencia en una relación. Si en In the Mood For Love no existe consumación del acto sexual en 2046 el erotismo se muestra frecuente y explícito. Es casi como si se estuviera resarciendo pero sin lograr conciliar ambos aspectos: sólo sexo sin amor (Bai Ling) o amor sin sexo (Wang Jing Wen).


Con Bai Ling (Zhang Ziyi) hubiera podido tener amor pero no le corresponde y la rechaza en reiteradas ocasiones tras una relación puramente física. Deja marchar a Wang Jing Wen (Faye Wong) con su japonés en una mezcla entre generosidad y cobardía ante la posibilidad de otro intento fallido en su haber amoroso. El anteriormente abnegado esposo y devoto amante Sr. Chow es ahora un alma errante que no logra deshacerse de su pasado.

El peligro de vivir de los recuerdos se manifiesta en esta actitud anquilosada del Sr. Chan y en la distorsión que provoca en los mismos la memoria imperfecta y la necesidad de entender por qué ella no se marchó con él cuando se lo pidió.

Pero no sólo el tiempo es importante para WKW sino  también el espacio. Con frecuencia sus relatos tienen lugar en interiores claustrofóbicos con planos muy cerrados e íntimos. En 2046 rara vez sale la cámara al exterior salvo las escenas nocturnas en las calles chinas en las que dos amantes mantienen una conversación entre la penumbra y bajo la tenue luz de una farola. Abundan los planos muy estáticos y prolongados: el tiempo pasa lento cuando se está a la espera o se sufre.

Y siempre de noche, como criaturas nocturnas que no logran descansar por el dolor en sus vidas. En la oscuridad de la noche cualquier cosa puede pasar: desde infidelidades, fiestas, juegos de azar y por supuesto el insomnio.


Los personajes del mundo de Wong siempre sufren por otras personas que están fuera de campo, por personajes anónimos o de los que sabemos poco. Como el Qiwu, el joven policía de Chungking Express, obsesionado con su ex pareja May y el agente 663 primero con su azafata de vuelo y luego con la enigmática Faye. Su Lizhen apenas aparece a lo largo de la película y siempre en recuerdos deformados o reflejados en la ficción futurista de Chow (como el androide que no logra contestar a la pregunta).

Además este director oriental hace gala de su origen por todo el simbolismo y misticismo que contiene su obra. Ningún objeto es banal o gratuito. Cada cosa cumple su función y está colocada en el lugar exacto con un fin concreto.

Así vemos una serie de elementos que se repiten en buena parte de su filmografía y que en este caso no es diferente:

  • o   La narración, voz en off a modo de diario.
  • o   El tren como analogía del tiempo perdido o del vehículo de la vida.
  • o   Los espejos que muestran una realidad oculta a la mirada superficial muestran el reflejo de las emociones que se internan en los personajes.
  • o   La lluvia como elemento atmosférico asociado a la depresión y la tristeza; que emula al lloro reforzando esa melancolía pero que a la vez es purificador y capaz de borrar los rastros del pasado.
  • o   El humo de tabaco, la volatilidad de la vida.
  • o   La escritura y el teléfono como canales indirectos de transmisión de mensajes más sencillos que el habla, que requiere de un contacto más personal. La escritura como vínculo de unión entre dos personas, sirve de excusa en Deseando Amar y en 2046 para pasar más tiempo juntos.
  • o   La suerte (o más bien la falta de ella) representada por medio del juego de azar, símbolo de perdición humana y del vicio que desvía a las personas del camino correcto.  Pero también como oráculo o deidad que determina nuestro destino.
  • o   Los colores vivos fruto de su formación como diseñador gráfico.
  • o   Y por supuesto la baja obturación en la captación de las imágenes que crea ese efecto ralentizado en muchas escenas.
El estilo visual es parte importante en su producción de ahí que el acabado sea tan trabajado e impecable. La sensibilidad de este director es palpable tanto en lo narrativo como en lo audiovisual.



La música viene de la mano de dos compositores que se repiten en la obra de Kar- Wai: el español Xavier Cugat con su “Perfidia” y “Siboney” y del japonés Shigeru Umebayashi que ponen ‘la guinda’ a esta obra con una banda sonora que sella en nuestra memoria auditiva el enamoramiento sin remedio que evocará las bellas escenas de 2046 y Deseando Amar siempre que volvamos a escuchar la voz de Connie Francis y las palabras: “Siboney en tu bocala miel puso su dulzor”.

El amor perdido en el tiempo es el tema central de Wong Kar-Wai y el hecho de cómo las palabras jamás pronunciadas, los hechos ignorados y las personas invisibles, el tiempo, el amor y el espacio puede condicionar nuestra existencia de forma mucho más real que cualquier otro elemento tangible.

"No sirve de nada encontrar a la persona indicada si el momento no es el adecuado". El ‘timing’ en el amor es importante ya que lo que se tarda semanas o meses en construir puede esfumarse en pocos minutos o segundos. “El amor es una cuestión de tiempo” según Wong Kar-Wai y todo debe encajar en sincronía para que sea posible.






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