Il Sorpasso, escapada a la italiana
Il Sorpasso, traducida literalmente como El adelantamiento, es una road movie italiana en blanco y negro.
De hecho, diría que es la segunda de este género y nacionalidad que he visto, después de La Strada de Fellini. Y aunque son incomparables, Il Sorpasso me ha impresionado muchisimo, con un dinamismo y una eficacia narrativa admirables. Creo que ni por asomo es tan conocida fuera de Italia como debería serlo, y como me ha parecido una obra maestra, considero que es la excusa perfecta para dárosla a conocer.
De hecho, diría que es la segunda de este género y nacionalidad que he visto, después de La Strada de Fellini. Y aunque son incomparables, Il Sorpasso me ha impresionado muchisimo, con un dinamismo y una eficacia narrativa admirables. Creo que ni por asomo es tan conocida fuera de Italia como debería serlo, y como me ha parecido una obra maestra, considero que es la excusa perfecta para dárosla a conocer.
La regia de la película corre a
cargo de Dino Risi, uno de los más grandes representantes de la comedia all’italiana, que antes de
hacerse famoso dirigiendo películas del género, ya había hecho algún documental
de análisis social. Con Il Sorpasso, rodada
en el 62, su cine se consagra en Italia y el extranjero, y la crítica lo llega
incluso a comparar con el genio Billy Wilder.
La trama de la película es
simple, pero funciona: Roma, a principios de los 60. El asfixiante calor del
verano ha dejado vacía la ciudad. Un hombre que conduce alocadamente un Aurelia
B24 se encuentra por casualidad con un estudiante que prepara los exámenes. No
se conocen de nada, pero cuando el primero le insiste en que le acompañe a comer
fuera, el chico, un poco a duras penas, acepta. Y eso es solo el principio de
todo, el encuentro fortuito de los dos, pues por una serie de circunstancias
acabarán haciendo un inolvidable viaje en coche.
Todo el diseño de producción está
conseguido de forma increíble, pero sobre todo han sido el vestuario y el
atrezzo los que me han convencido del realismo y la veracidad de la puesta en
escena de la película. Hay una secuencia que me ha gustado especialmente, en la
que los dos personajes paran a mitad de viaje en una estación de servicio, y la recreación del
ambiente es espectacular; el bar está abarrotado de gente, de familias con niños, de chicas con vestidos
entallados, casi puedes sentir el calor y el agobio, la indiferencia de unos,
la prisa de otros… Los seiscientos unifamiliares están aparcados fuera y los
policías, rondando en sus motos, y mientras, dentro, en los baños de la
estación, el que es el más joven de los dos protagonistas se quedará encerrado
momentáneamente, en uno de los momentos más íntimos de la película, pues supone
la confirmación del carácter del chico, que antes el espectador solo medio
presupone, ya que ni siquiera el hecho de quedarse con el picaporte en la mano
le da el “valor” necesario para dar voces para que le saquen de allí. Al fin y
al cabo, es un chico tan tímido…
La banda sonora es espectacular,
toda en italiano, de inspiración sesentera a más no poder, y tiene gran
protagonismo en toda la historia, reforzando la idea del verano, de la evasión,
y que se muestra como un reflejo del estado de ánimo de los protagonistas, que
aunque antagónicos, consiguen tener una relación de amistad peculiar pero
comprometida, en la que llegarán a compartir experiencias y sentimientos que ninguno
de los dos había conseguido exteriorizar antes.