Lily Allen, genialidad efímera



El caso de Lily Rose Allen es un caso atípico en el mundo del pop. Hija de un actor, Keith Allen, y una productora de cine, Alison Owen, cualquiera podría pensar que el suyo es sin más otro caso de nepotismo, enchufismo que tanto se lleva en la industria del faranduleo. Si no, que se lo pregunten a Emma Roberts, que encarna uno de los personajes principales de la prestigiosa American Horror Story esta temporada y su único mérito hasta la fecha es ser sobrinísima de Pretty Woman. Lily no es así. Con 15 años dejó el instituto y se puso a componer y a subir maquetas a Myspace. Fue durante la época de apogeo de la plataforma, y en eso fue afortunada, ya que gracias a la publicidad viral que consiguió fichó por Regal Recordings.


Tan solo un año después, Lily era número 1 con "Smile", su primer single. Desde la primera nota, el tema demuestra su inteligencia como escritora y compositora al crear un estilo que nadie hace tan bien como ella: el de melodía alegre y letra mordaz. Temas como "LDN", "Fuck You" o "22" - que nada tiene que ver con la homónima de Taylor Swift - son los ejemplos más claros de este estilo. Para los no-angloparlantes, Lily Allen es probablemente una tipa feliz, cuyas canciones derrochan optimismo, pero sus letras cuentan una historia casi siempre totalmente opuesta a la sensación que produce su música. Es como aquellas galletas de chocolate que al mismo tiempo eran saladas, una mezcla extraña que parece que no va a funcionar, pero lo hace.

En "LDN" el sarcasmo es evidente. Habla de los dos lados de la ciudad de Londres, el de la fama, la ilusión, en definitiva, lo bonito, lo turístico; y el duro, frío, gris e inhumano. El vídeo, además, lo ejemplifica cuasi-literalmente. En "Fuck You" le hace un corte de manga muy directo y muy personal a George Bush, que por aquel entonces seguía haciendo el ridículo a nivel internacional como presidente de los Estados Unidos. En "22" cuenta la historia de una treintañera que continúa comportándose como si tuviese diez años menos y que está perdidísima en el mundo. "Everyone's At It" habla de la adicción a la cocaína que existe en la industria del espectáculo, y "The Fear", de la adicción a la fama y el dinero en general. En "Not Fair", el tema es la eyaculación precoz. Temas tan variados como controvertidos y que en definitiva uno no asociaría con la música que los acompaña, aunque en ello reside su encanto.


Lily, además, contó desde el primer momento con el apoyo prácticamente unánime de la crítica musical británica, que suele ser bastante cínica con los artistas pop. No solo le cayeron nominaciones a toda gala de música bajo el sol, también se llevó premios tan prestigiosos como los Ivor Novello Awards para compositores y escritores en tres ocasiones. Y si el apoyo de la crítica no fuese suficiente, también contó con el éxito en mayúsculas en el terreno comercial. Tanto su primer álbum como su segundo fueron un éxito en ventas, entrando a lista en el número 2 y en el 1 respectivamente. "The Fear" fue número 1 durante un mes entero, destronando a una Lady Gaga a punto de comerse el mundo tras "Just Dance".

Su éxito, dado su talento, no es sorprendente. Lo que la hace peculiar es el periodo que va desde 2009 hasta el presente: su retirada. Tras su segundo álbum, más exitoso si cabe que el primero, Lily salió a la palestra a explicar su desgana total y su intención de no volver a hacer música nunca más. Sin problemas aparentes, sin motivos de peso más que el aburrimiento. ¿Cómo una cantante en la cima del mundo decide un día que se aburre? Lily se aburrió de hacer buena música, de recibir premios y de vender discos y decidió abrir una tienda de ropa con su hermana, sin mucho éxito.

Y desde 2009 cuando anunció su huída hacía que no escuchábamos su voz, pero llegó P!nk y la incluyó en su single "True Love", y muchos suspiramos por su vuelta al ruedo, su comeback, que dirían los ingleses, y ella no tardó en anunciarlo. 2013 ha sido un tira y afloja entre la pregunta "¿para cuándo?" y su respuesta: "pronto". Una promesa que podría no cumplirse, al fin y al cabo Lily marca sus propias reglas.

Al resto, a los que nos gusta su ironía y no nos llega con leer sus genialidades en Twitter, solo nos queda esperar que cumpla con su palabra.



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