"Little Big Man", real human being
Little Big Man (que no Big Mac) es una película norteamericana de
1970 dirigida por Arthur Penn, regista que, desde sus inicios tras las cámaras
a finales de los cincuenta, se preocupó por hacer un cine que no dejase
indiferente al espectador, y que sobre todo, le hiciese reflexionar. Por ello,
en ninguno de sus films renunció al tremendo reclamo que suponía contar con
estrellas de Hollywood (de la talla de Brando, Beaty o Dunaway, entre otros), pero siempre se mantuvo inflexible en
una cosa: aplicar la máxima de que sus obras tendrían que atrapar al espectador
más por la mente que por el corazón.
Director de La –absolutamente fascinante-
Jauria Humana, entre otras, Penn, también productor, apostó en sus
creaciones por explorar la psicología de unos personajes complejos aunque
marginales. Quizás, más bien marginados, pues el entorno y la sociedad en que
se intentan configurar como individuos acaba por desfigurarles y extrañarles,
por no comprenderles y humillarles. Así, es el contexto mismo y la situación
social en que se ven inmersos los que acaban por desdeñarles y dotarles así de
una complejidad psicológica considerable.
Esto es lo que sucederá en Little Big Man, pues Jack Crabb, el
insaciable y potente protagonista (que interpreta Hoffman con mucho amor,
aunque quizás le falte la pasión que solo adquiriría años más tarde), tras un
ataque a la caravana en la que viajaba, se ve de repente acogido por una tribu
india siendo aún un niño. Dejará de serlo desde este mismo momento, pues se
verá irremediablemente obligado a madurar, enfrentándose al hecho de haber sido
aceptado como un human being más (así
se autodenomina la tribu) a pesar de ser un temido hombre blanco. La tolerancia de los indios a este respecto es una muestra
increíble de transigencia, pues si bien los colonos estaban acabando con sus
territorios y libertades, son capaces de mirar más allá y dar cobijo al
desamparado Crabb, que pese a su corta estatura, da intensas muestras de valor,
lo que hace se gane el sobrenombre épico de pequeño
gran hombre.
Las relaciones que se establecen
entre Jack y los diferentes
miembros de la tribu constituirán el leitmotiv de la obra, ya que su recurrencia
en diferentes momentos claves a lo largo del film darán cuenta del paso del
tiempo narrativo. Y no solo eso, ya que, en consecuencia, servirán para
remarcar, a modo de pasos escalonados, la progresión del personaje de Jack en
su camino hacia el autoconocimiento y la definición de su verdadero ser. Así, si bien inicialmente le vemos como un potencial
cherokee más, el camino del héroe
Jack se verá súbitamente truncado cuando se encuentre de frente con la posibilidad de volver a la
civilización, dónde ya no será completamente aceptado, pues a ojos de los obcecados
colonos ha renegado de su propia patria.
El pequeño gran hombre se verá desde este momento atrapado entre dos
civilizaciones en las que ya no encaja, que no terminan de aceptarle por
completo, escisión ésta que le conducirá a un movimiento constante entre una y
otra para no verse al margen de aquello que proporciona al individuo un marco propicio
en que desarrollarse: la sociedad. Así, se suceden diferentes
episodios en su camino vital, desde habitar con un matrimonio protestante, hasta
hacer amistad con el sheriff local, pasando por deambular con un fraudulento
comerciante, casarse con una sueca que
no entiende el inglés, o incluso, sentirse completamente fascinado por
haber entablado relación con el General Custer, al que finalmente aborrecerá
por su ansia colonialista y su tiranía ante la población india, con la que inevitablemente
acabará sintiéndose mucho más identificado, comprendido, apoyado e incluso
amado.
Así, como comentaba antes, el leitmotiv de Jack volviendo al
territorio cherokee tras cada mala
experiencia vivida en la sociedad a la que –en sustancia- pertenece será lo que
marque el tempo de la narración,
proporcionándole a la obra una estructura circular, de recurrencia, muy
característica, que adquiere todo el significado al equiparla al eterno retorno que ilustraba Nietzsche,
en que el ser pugna por buscar la verdad en un constante movimiento lineal.
Y así lo que le sucederá a Jack
es que finalmente acabará por darse cuenta de que aquello que siempre ha estado
buscando, lo ha tenido siempre delante de sus ojos: que la verdadera belleza y
bondad del mundo está personificada en la cultura india, y en su característico
panteísmo. Una circularidad semejante a la que sucede en El alquimista , de Pablo Coelho, cuyo protagonista será finalmente consciente de que
aquello que busca ha estado siempre en el punto de partida de su místico viaje.
Otra similitud, esta vez a nivel
fílmico, la encuentro también en Dead Man, del complejo Jim Jarmusch,
en que el personaje de Nadie se ha
visto inevitablemente convertido en un indio errante, tan rechazado por la
tribu como por la sociedad británica que le arrebató impotente de su entorno, y
quien dará voz a la problemática situación del indígena americano, así como al –inicialmente-
proceso agónico del personaje de Depp, convertido por el entorno en un ser vil
y sanguinario, en quien finalmente acabe viéndose a sí mismo completamente reflejado.
De este modo, volviendo a Little Big Man, Crabb se dará cuenta de
que no es el concepto de la-sociedad-que-él-había-conocido-hasta-entonces lo que
le proporcionará a su itinerante vida una respuesta, sino la capacidad de
adaptarse al medio y evolucionar con éste. Es clave hacer
notar aquí la relación maestro-alumno que trazará Jack con el viejo y sensato Old Lodge Skin, jefe de los Human Beings y enorme apoyo en su proceso de autoconversión
moral. Las intervenciones del jefe indio funcionarán como telón de fondo determinante para la total consolidación
del –absolutamente complejo- personaje de Crabb, quién, por supuesto, acabará
dejándose llevar por su instintos más puros.
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