Review: "Carmina y Amén", Paco León progresa adecuadamente


“My way”. Con la arrebatadora voz de Nina Simone se despide la que es la segunda incursión de Paco León en el mundo cinematográfico, tras el éxito conseguido en 2012 con la revolucionaria ‘Carmina o Revienta’. Como aquélla, el nuevo film del director y actor sevillano narra las desventuras de Carmina, una cincuentona ama de casa sevillana, luchadora, astuta y encantadoramente zafia a partes iguales, interpretada por la propia madre de León. Cine costumbrista que retrata un trocito de la delirante vida de una familia humilde andaluza.

Si bien ‘Carmina o Revienta’ fue un debut más que notable para León, en esta nueva entrega ha pulido ciertos aspectos, haciendo de su segunda película una obra mucho más redonda y atractiva. Si en ‘Carmina o Revienta’ se jugaba de alguna manera con el aspecto documental de la obra, sembrando la incertidumbre sobre el elemento de ficción en el film, ‘Carmina y Amén’ apuesta por un ritmo y un enfoque mucho más cinematográficos, la historia sigue patrones narrativamente más clásicos. Aquí se trata, esencialmente, del fallecimiento del marido de Carmina, interpretado por Paco Casaus, y de cómo madre e hija (de nuevo María León) intentan ocultarlo un par de días para poder cobrar una paga extra que el difunto iba a recibir. Todo ello aderezado con grandes dosis de despiporre, sinvergüencería, y hasta una disquisición sobre chochos colgantes, pero también de una mayor carga dramática que su predecesora, que otorga a la obra un tono más reflexivo.

Con un argumento ya de por sí desternillante, León consigue que el film sea algo más que una mera consecución de gags, creando un clima hilarantemente surrealista a través de un estilo que en no pocas ocasiones roza lo teatral: el film sustenta gran parte de su peso en los diálogos y la increíble complicidad entre madre e hija. A ello contribuyen las brillantes interpretaciones de las dos protagonistas, que probablemente volverán a optar a algún reconocimiento esta temporada por su destacado trabajo interpretativo, como ya había ocurrido en 2012 con la primera entrega, y sendas nominaciones al Goya para madre e hija. Vuelven a estar excepcionales ambas, dotando a los personajes de una naturalidad muy palpable.  Hay sitio también para alguna incorporación estelar, como la de Yolanda Ramos, en la piel de una fumada masajista catalana que protagoniza sin duda las escenas más desquiciantemente cómicas, y que llena la pantalla con cada aparición, porrito en mano.


Es innegable el primoroso cuidado en el más mínimo detalle: una excelente ambientación, buen uso de los planos y la imagen (basta mencionar la brillante y bizarra escena del entierro), o incluso, la cuidadosa elección de la banda sonora, que crean una atmósfera muy genuina. Con un fuerte carácter social, no son pocos los guiños y las denuncias de este ámbito en el film: desde el loro de Carmina, de nombre Bárcenas, al que metafóricamente encierra en su jaula tras una buena reprimenda, al desalojo de unos okupas, tocando tangencialmente otros temas como la inmigración, o la situación de la Casa Real. Es quizás en este ánimo de denuncia social en lo que más puede chirriar la película. El bombardeo de causas sociales forma un batiburrillo que puede resultar algo excesivo, si bien tampoco desluce en absoluto el resultado final.

“My way”. A mi manera. Estas tres palabras resumen a la perfección el espíritu y filosofía de vida de la protagonista del film, Carmina Barrios, ya nuevo icono del cine patrio (“yo no miento nunca, yo cuando digo una cosa se convierte en verdad, y amén”). Pero estas tres palabras condensan también la esencia de Paco León como cineasta: otra manera de hacer cine (la suya) es posible. A las pruebas me remito.

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