Hace ya tres años que FX se adentró en el mundo del terror de la mano de Ryan Murphy con American Horror Story. La primera temporada nos llevó a la que se ha denominado como Murder House, una casa donde se han cometido crímenes, y durante 13 capítulos que fueron de más a menos nos dieron, al menos, una dosis de buena televisión. En la segunda temporada visitamos Asylum, un manicomio regido por monjas en los años 60. En una temporada brillante de principio a fin (aunque con alguna trama de relleno) y que ha dado algunos de los momentos más icónicos de la televisión actual, Murphy nos convenció para que el hype por la tercera temporada fuera creciendo y creciendo.
Así llegamos hasta Coven, un aquelarre de brujas en Nueva Orleans que debe enfrentarse ante una antigua enemistad de brujas en la ciudad, una guerra invisible contra cazabrujas y el alzamiento de una nueva Suprema. ¿Ha estado a la altura?
Una serie de personajes...
Lo que nos queda claro de esta tercera temporada es que American Horror Story: Coven es una serie de personajes. Desde el minuto uno del primer episodio nos damos cuenta que la serie tiene unos personajes muy definidos y sobre todo, espectaculares.
La serie se vuelve grande cuando se deja a los personajes hablar, cuando demuestran su verdadera personalidad, cuando pasan a hacer las locuras que dejan al espectador ensimismado ante lo que está viendo. Además, conforme van pasando los capítulos se van sumando personajes que aunque no influyan en exceso en la trama, son una delicia de ver y dan el toque cómico que se ha quedado impregnado en Coven. Hablamos por ejemplo del personaje de Myrtle (Frances Conroy) cuyas últimas palabras en la serie fueron "¡Balenciaga!"
Por tanto disfrutamos de nuevo de la impresionante Jessica Lange (aunque ya un poco repetitiva), una Emma Roberts que clava su papel de bitch, la sensacional Angela Bassett que se come la pantalla cada vez que aparece, y el resto del aquelarre formado por Sarah Paulson (cuyo papel en Asylum fue mucho más imponente), Taissa Farmiga (que pasa a tener un papel secundario y que no va más allá de poner cara de niña asustada), Jamie Brewer y Gabourey Sidibe.
Por otra parte, no todo son flores para Coven. Hay especialmente dos personajes totalmente desaprovechados. Hablamos del interpretado por Evan Peters, una especie de pseudofrankenstein que ni pincha ni corta en toda la temporada y solo sirve de bufón puntual, y sobre todo del personaje de Kathy Bates, un personaje histórico traído del siglo XVIII famoso por los asesinatos y torturas de tono racial que realizó, y que se queda de nuevo como otro bufón que podía haber dado mucho más de sí.
Mención especial el cameo de Stevie Nicks, absolutamente prescindible, falto de gracia, de coherencia y que firma el peor episodio no solo de la temporada, sino de la serie entera.
...pero no una serie de trama.
Y es que no se puede pretender construir una serie solo alrededor de personajes, por muy buenos que sean éstos (como es el caso). A esos personajes deben ocurrirles eventos coherentes y es algo en lo que Coven tropieza. La serie se atraganta abriendo demasiados frentes a la vez, quedando dispersos durante varios capítulos por la aparición de nuevos frentes y así ad infinitum, de forma que acaban cerrándolos en apenas unos minutos por episodio y no dándole la importancia necesaria a algunas tramas que podían haber dado mucho más de sí.
De esta forma las tres líneas de guión generales de la serie que he descrito anteriormente (repetimos: una antigua enemistad de brujas en la ciudad, una guerra invisible contra cazabrujas y el alzamiento de una nueva Suprema) se ven diluidas por tramas como la guerra entre los personajes de Emma y Taissa por el corazón del personaje de Evan, la de los vecinos religiosos con el hijo buenorro o toda la trama que a nadie le importa sobre el hombre del hacha.
Así, no podemos decir que el punto fuerte de Coven sea la trama, salvo al final de la temporada donde el gran protagonismo lo adquiere el secreto sobre quién será la nueva Suprema que desbancará a Lange, y es precisamente ahí donde podemos ver el potencial perdido de la serie.
Conclusión
Nos encontramos ante el peor ejercicio de guión por parte de Murphy para American Horror Story, mientras que a la vez nos encontramos ante el mejor ejercicio de creación de personajes de toda la saga de terror. Son precisamente esos personajes los que mueven la serie en vez de la trama, por lo que estamos ante una serie que gusta (porque salvo en contadas excepciones no aburre) pero que no convence del todo tras la gran segunda temporada. El bajón se nota, pero aún así nos encontramos ante una serie estupenda, uno de los must-see de la temporada y desde luego, la serie con mejor calidad estética (esos planos imposibles me enamoran) del año, aunque bueno, eso lo lleva siendo desde su primera temporada.
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