La experiencia "Gravity"



Esta semana aproveché mi pase de la Fiesta del Cine para ver lo que en cualquier otro momento habría supuesto un dolor de cartera: "Gravity", en 3D y en una sala iSense. Y esta vez los "extras" merecieron la pena.



Parece que desde el año 2009 no se puede hacer una película "palomitera" sin que sea en 3D. Así hemos asistido a hitos que marcaron un principio como "Avatar" y también hemos visto basura a precio de oro, grabada en 2D y proyectada en 3D con horrible resultado. Y aunque no soy muy amiga de esta tecnología, reconozco que puede hacer del cine una experiencia completamente diferente. Cuarón que por alguna razón dejó de dirigir después de "Hijos de los hombres" hasta este año— es, además de director, un creador de universos, y era sólo cuestión de tiempo que se sirviera de la tecnología visual más potente que tenemos hoy en día para crear un thriller envolvente, destinado a que el espectador se sumerja durante 90 minutos y no salga a la superficie ni para coger un poco de aire.

Este será uno de los pocos casos en los que diga: "vale la pena verla en 3D". El film no tiene un argumento llamativo, ni nuevo, pero esta sencillez narrativa se ve del todo arropada por el logro estético. Si, como a mí, Luzbeki ya te había fascinado con la hiperrealidad de "Hijos de los hombres", en "Gravity" consigue atraparte desde el comienzo: un bellísimo plano secuencia que nos advierte del prodigio visual que nos espera a continuación. Poco después, ya eres parte del universo creado por Cuarón: estás en el espacio, no en una sala de cine. Esto lo consigue con un manejo de los tiempos excelente. "Gravity" pasa de thriller a drama, de terror a serenidad en un abrir y cerrar de ojos: a un largo plano secuencia muy coreografiado y con una sobredimensionada Tierra al fondo le sigue un plano angustioso, una visión terrorífica desde el interior del casco de Bullock. Vemos lo que ve ella, oímos su respiración y sentimos su miedo.


Sí, Sandra Bullock hace un papelón. El argumento es básico y ella te puede gustar más o menos, pero todo depende de lo que busques al entrar en la sala de cine. Si eres de los que no acepta que una película se sostenga sobre estética y complejidad técnica, esta no es tu película. Si, como yo, aceptas que hay lugar para todo, para los personajes que no necesitan un plano colorista que nos deje boquiabiertos, pero también para el entretenimiento visual, entonces te recomiendo que la veas. No es que la buena narración este ausente, es que la narración es básicamente visual: no hay grandes diálogos, hay grandes escenas, y en los momentos de angustia, de dolor,  Bullock dice mucho sin apenas palabras. 



No puedo asegurarlo, pero creo que la película en 2D no perdería fuerza. Seguiría atendiendo estupefacta a esos cambios entre el plano objetivo y el interior del casco de Bullock. Su miedo y confusión serían los mismos con gafas o sin ellas, su desesperación brillaría igual. Y hay algo más que sostiene esta hipótesis: Gravity, en origen, no es una película 3D. Y sí, eso puede cambiarlo todo. Probablemente, sólo haya una o dos escenas que Cuarón realiza para que sean más espectaculares con las gafas puestas, pero el resto de la planificación está basada en un rodaje a la vieja usanza (si no tenemos en cuenta los efectos especiales y el CGI). De esta forma, el director también ha conseguido derribar la creencia de que lo que no es 3D nativo, no vale la pena verlo convertido; el trabajo de postproducción de Gravity está a la altura del 3D de "La vida de Pi", y a años luz de los 48 fps de "El Hobbit". 




En resumen, "Gravity" no es un film de 90 minutos puesto al servicio de la técnica; es una narración que se aprovecha de forma magnífica de los recursos a su alcance. Cuarón consigue que su realización nos envuelva, nos sumerja; nunca chirría, nunca está forzada. Tan sutil y sencilla es la narración como la historia: limpia y directa. Y qué bella. 


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